Lima, 11 de Febrero del 2014
Señor
OLLANTA
HUMALA TASSO
Presidente de la
República del Perú.
Presente.-
Ref.-
Expediente 14-001141
De mi consideración:
El día 13 de Enero del presente año Sr.
Presidente, el Diario Ojo informó sobre el asesinato de un recién nacido por
su propio padre. Este crimen se dio a conocer por la denuncia que realizó la
madre de la víctima.
Bertha
Taype Fernández denunció del asesinato, a su pareja Elías Quincho Santiago. El
crimen habría ocurrido hace cuatro meses en su casa, en el distrito limeño de
Carabayllo. Luego, el asesino enterró el cadáver del infortunado menor, en la
parte posterior de su casa. La mujer aseguro que no denuncio el hecho, porque
su pareja la tenía
amenazada
de muerte. Sin embargo, luego de enterarse que su pareja la engañaba con su
propia hermana, denuncio los hechos. La policía comprobó el crimen al encontrar
el cadáver del pequeño niño, enterrado donde indico la madre. En forma
incomprensible para mi, los denunciados fueron liberados horas más tarde,
porque no existía flagrancia del delito, al tratarse de un hecho ocurrido meses
atrás.
¿Porqué narro a usted estos hechos, que
seguramente deben haber pasado inadvertidos para la mayoría de la población?
Por la sencilla razón, que pretendo hacer una analogía, con las maniobras
políticas que usualmente se perpetran en nuestro país, sin que se combatan de alguna
forma estas despreciables prácticas.
Es fácil deducir que la motivación
principal de Bertha Taype Fernández al denunciar a su pareja, haya sido el
despecho; y ante tal sentimiento, no le ha importado inculparse ella misma como
cómplice. ¡Pero! ¿Estas bajas pasiones
eliminan este grave delito? Que un niño recién nacido haya sido asesinado.
¿Por qué permitimos entonces, que
operadores políticos, utilicen la usual práctica de enlodar y destruir la honra
de personas que han denunciado graves delitos? Y de esta forma, como acto de
magia, las imputaciones contra autoridades corruptas, o actores políticos se
van al tacho. También se da el caso, de persecución sobre autoridades que en
algún momento han castigado graves delitos. Surgen estos despreciables
operadores políticos, y también utilizan estas prácticas para crear
incertidumbre, y de esta forma, poner en duda procesos judiciales que fueron
ejemplares ante la comunidad internacional, como fue la condena al genocida y
ladrón Alberto Kenya Fujimori Fujimori.
En mi caso particular, me pase largas horas
ante el televisor, presenciando en vivo y en directo el juicio al criminal
Alberto Fujimori. Estoy convencido, que el mejor ejemplo que el Perú pudo dar
al mundo en la lucha contra los gobernantes sátrapas y corruptos, fue, que el juicio transcurrió a la vista del
público en todo momento.
Permitir mansamente que se destruya la histórica
sentencia que castigo al genocida y ladrón Alberto Fujimori, será decirle al
mundo, que los valores morales en el Perú, no existen. Será aceptar, que
primero están las componendas políticas, antes que la decencia.
¿Porqué
su gobierno no designa un vocero permanente, que desbarate apenas se produzcan,
estas sucias maniobras políticas? Y haga recordar a la ciudadanía -con la
abundancia de pruebas que existen, como los videos del juicio televisado-, que
el delincuente Fujimori se encuentra en la cárcel por gravísimos delitos.
Precisamente, lo mismo que hacen importantes sectores de peruanos, cuando algún
malintencionado operador político quiere victimizar a Abimael Guzmán, y cuando
se trata de Fujimori, existe un mutismo general.
Ha transcurrido bastante tiempo, que el
condenado Alberto Fujimori está purgando prisión, y hasta el momento, las
autoridades encargadas de la administración de justicia en el Perú, siguen sin
tomar en cuenta la abundancia de indicios que probarían los vínculos existentes
entre Alberto Fujimori y muchos encumbrados personajes de su entorno, y las
mafias del narcotráfico internacional. No debemos permitir que la mafia que
prostituyo las instituciones del país, que envileció al Estado Peruano, queden
sin ser desenmascaradas ante la historia. El levantamiento que encabezó en
Locumba, el 29 de Octubre del año 2000, es prueba tácita que usted también lo
entendía así, Sr. Presidente.
Ha
aparecido en estos últimos meses, un escándalo más, que nos recuerda, lo frágil
que es nuestra democracia. El escándalo denominado López Meneses, ha desnudado
nuestra realidad. Los representantes más altos de las fuerzas armadas y fuerzas
policiales, se han enfrentado abiertamente, dejando claramente establecido, que
la mafia sigue viva, activa y robustecida. ¿Y las autoridades? Bien gracias. Lo
dramático, lo terrible, es que la sociedad civil no ha reaccionado ante la
evidente corrupción que enloda a instituciones tutelares de la patria. Las
autoridades de turno, demuestran que la intención es dejar que pase el
temporal, y todo siga como siempre, sucio y maloliente.
La
persistente voluntad del condenado Alberto Fujimori de declararse inocente de
los graves delitos por los cuales ha sido condenado -y sigue siendo juzgado-, me
ha inspirado la idea de confrontar su consuetudinario cinismo, con la historia
de personajes que en alguna forma han vinculado su accionar, con el suyo.
Los
límites que dan las condiciones en que fue extraditado Alberto Fujimori -luego
de su cobarde fuga, siendo presidente en funciones del país-, pueden ampliarse.
Con una adecuada investigación, se podría solicitar al país que lo expulso,
como el delincuente que es, el juzgamiento de estos delitos. De esta manera,
podrían ser juzgados también sus compinches, que siguen disfrutando del dinero
mal habido.
El día 02 de Febrero pasado, con mi
nombre y documento reales, visité en el penal de máxima seguridad Castro Castro,
al interno Abelardo Cachique Rivera. Dicho interno se encuentra cumpliendo una
condena de 35 años de prisión, sin ningún beneficio. Vale la pena mencionar que
dicho interno acepto ante una sala penal sus delitos, lo cual contrasta con la
historia del interno Fujimori, que los sigue negando. Sin embargo, disfruta de
todo tipo de beneficios. ¿Qué paso con “La justicia es igual para todos”?
Informo
a usted esta ocurrencia, en salvaguarda que en algún momento pueda ser usada en
mi contra, por la práctica común de tergiversar hechos en nuestra administración
de justicia.
He tratado también de visitar al interno
Fernando Zevallos Gonzales, pero mis intentos han resultado infructuosos por el
régimen carcelario al que está siendo sometido. Lo que parecería como una
consigna de mantenerlo en silencio. Esto también contrasta con las decenas de
visitas que recibe el interno Alberto Fujimori. Pretendo también visitar a los
internos Jorge Chávez Montoya y Demetrio Chávez Peñaherrera.
Me
he presentado en las oficinas del INPE en el centro de Lima para solicitar
información de la ubicación y régimen carcelario de estas personas, y se me ha
negado dicha información. Me indicaron que las realice a través de una página
web denominada RENADESPPLE, lo cual resulto ser un engaña muchachos, pues de
allí, no he conseguido ninguna información.
Solicito
a usted Sr. Presidente, ordene a quién corresponda, se me brinden las
facilidades necesarias para poder realizar estas visitas.
Sin
más que agregar por el momento me despido de usted, agradeciendo la atención
que sirva prestar a la presente.
Atentamente,
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Ricardo
Valle Cabrera
DNI 07710808
Telf. 996-675-496
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