Nuestros Bataclan




La reunión de peruanos en el exilio va bien hasta que el agasajado se acerca y te dice que acaba de haber varios atentados en París. Conforme pasan los minutos y la información se acumula en Twitter, alguien comenta: “esto es su Tarata”. Lo dice, claramente, en el sentido de que, en medio de un conflicto, este es un punto de quiebre que involucra a civiles que se sentían a salvo, lejos del conflicto mismo.
 
Conforme pasan los días resulta patente la desinformación generalizada respecto al conflicto que alcanzó su terrorífica cuota más alta el viernes 13 de noviembre. Basta entrar a cualquier red social y contemplar la profusión de ridículas, infantiles y bizantinas discusiones sobre cuán adecuado resulta revestir la foto de perfil de Facebook con los colores de la bandera francesa.
 
Por supuesto, no faltan los que hacen comparaciones, otra vez, con el terrorismo que vivió nuestro país. Carlos Raffo obtiene casi 200 retuits con esta frase: “Pulpin q hoy te indignas x terrorismo en París. Te cuento q aquí en tu país fue peor. Pero vives condenando a quien nos libro de esa lacra” (sic).
 
Regina Limo, en un eficiente post, ha destacado todos los niveles de equivocación del tuit. Pero más allá del personaje y sus patinadas, lo cierto es que muchos, probablemente la mayoría de peruanos, están tan desinformados de Sendero Luminoso (y del fuego cruzado que cobró las vidas de miles de civiles) como lo están del Daesh (y del fuego cruzado que también cobra las vidas de miles de civiles). Una situación así es caldo de cultivo para cualquier tipo de extremismo. La CVR perdió la batalla de la memoria, su legado fue aplanado por una maquinaria mediática que no ha permitido que el discurso oficial –instaurado durante el fujimorismo– varíe un milímetro. Una policía del pensamiento patrulla hasta los textos escolares y alerta, escandalizada, cualquier mención –especialmente en medios– al “conflicto armado interno”. Insisten en decir que solo hubo terrorismo, desterrando al olvido, convenientemente, a las víctimas de las Fuerzas Armadas. Como si no hubieran existido. Es como explicar la compleja situación de Siria hablando solo de Daesh.
 
En Francia se habla de Daesh y sus crímenes inefables pero también se menciona a los otros actores del conflicto. Se iza la bandera a media asta pero se discute también el rol de Europa y Estados Unidos en la desintegración de Siria, la situación de los refugiados, etcétera. Pretender hablar de Bataclan, de Charlie Hebdo, de todos los atentados, reduciendo el tema únicamente a los sanguinarios perpetradores, resulta, sencillamente, ineficaz.
 
Los problemas se abordan desde todos los ángulos. Parece innecesario decirlo pero luego uno ve los reportajes en los que los chicos confunden a García Márquez con Abimael o confesando que no tienen idea de por qué Fujimori está en prisión. Ya es hora de abrir la discusión, no solo en los textos escolares o en el eternamente postergado Museo de la Memoria, sino también en los medios. Los medios pueden aprovechar el 13N para hablar de nuestros Bataclan. Es cuestión de dedicarle, aunque sea, la décima parte del tiempo que le dedican a hablar de guerreros y bataclanas.

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